Una nueva historia de la mano de Yanko Tolic, ahora hablando de un personaje que casi desde el anonimato ha influido grandemente en el desarrollo de nuevas vertientes musicales en Chile.
La batalla de la vida está perdida de antemano, y, sin embargo, lo heroico es ganarla (Pablo de Rokha).
Al frente de los intelectuales a sueldo de los poderes políticos, comunicadores y académicos; Una lucha por ser persona.
Fabio Salas Zúñiga, nacido en 1961 en Santiago. Licenciado en Literatura de la Universidad de Chile. Académico en universidades privadas y estatales dictando cátedras de Rock y contracultura por más de 30 años. Ha desarrollado una vasta labor como investigador en el campo de la música pop chilena y como libretista, crítico y realizador de medios de televisión, prensa y radio.
Su “Boogie Sudaka” fue lanzado el 24 de octubre 2014 donde tuve una participación de invitado junto a Jorge Campos (Fulano) en la Universidad Alberto Hurtado.
Aquí habla (sin censura) de Rock Chileno. Tiene capítulos interesantes como “Alunizar en el lado oscuro de la luna”, “Mis peleas con el pop”, “Rock Chileno: algo más que decir”, “Música para bailar mientras dure la dictadura”, “Mountain”, “Un signore llamado Fran Zappa” y el particular “Por aquí y por allá” donde salgo nombrado junto a Massacre.
Fabio llegó a nuestros ensayos en el año 1985, como muchos. En su caso, nos llevó a tocar a la facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile, en Ñuñoa donde termínanos enfrentados con algunos de sus estudiantes por no coincidir en conceptos musicales de vanguardia y extrema sonoridad. Después asistió a una presentación en La Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas, tocaban solo bandas de pop y al salir nosotros de nuevo nos acompañó el caos y la incomprensión de nuestra propuesta metálica.
Una postal fue ver a Fabio apretándose su estómago de tanto reír al ver las caras de los estudiantes huyendo en masa con nuestros decibeles desde esos gruesos muros de la calle Beauchef.
Asistió a los Death Metal Holocaust I y el III, situación que la señala de cierta manera en estos escritos y la plasma bajo su pluma para la posteridad. Maximiliano Sánchez fue un discípulo que siguió este legado con identidad propia lanzando su segundo libro con la historia de nuestra banda y ganando el Premio Pulsar 2017 llevando un escalón más arriba. Por lo tanto, todo suceso tiene una línea de tiempo que está relacionada con las personas y los hechos.
Dejo algunos fragmentos del libro llamando a la reflexión:
“Cuando un cineasta reputado le preguntan cosas acerca de sí mismo, el tipo, como todo artista con dos dedos de frente, suele decir: Soy lo que son mis películas, lúcida declaración que no por elemental debe ser más exigente, pues, ¿cómo entender de otra manera los mensajes que se ocultan en los filmes de Kubrick, de Herzog o de Buñuel”?
(Pág. 13 Capítulo: Alunizar en el lado oscuro de la Luna)
“1992, radio Carolina, un antro de puros dirigentes de la UDI y miembros del Opus Dei. Yo sabía en donde estaba y actué como un verdadero profesional; nunca falté, jamás llegaba a deshora, siempre cumplía con lo encomendado. Fue en ese minuto que conocí el vientre del monstruo. Radio carolina diseñaba su programación acorde al ranking semanal correspondiente de la revista yanki Billboard. Lo cual era simplemente una pelotudez. ¡Por qué tenían los oyentes chilenos que asimilar o dirigir pop intragable de lo peor de la producción estadounidense? ¡Por qué el número uno del ranking USA debía ser el número uno en las emisiones chilenas? Respuesta: arribismo. Única y exclusivamente por arribismo, para sentirnos parte del Primer Mundo y tan a la palestra como los norteamericanos cree sentirse.”
(págs. 176-177 (Capítulo: Días de Radio)
“Nunca nuestros rockeros más relevantes han tenido un capital cultural ni siquiera presentable. La mayoría de los músicos que entrevisté y conocí en estos 40 años de rock eran ignorantes en materia musical, conocían poco del mismo rock y de otras músicas como jazz o docta, sencillamente nada. Y qué decir del analfabetismo literario y artístico, nada de nada en cuanto a cine, danza, pintura o cualquier obra de creación, por no mencionar su nulidad extrema en conocimientos de filosofía o cultura contemporánea.
En cambio, la totalidad de ellos no acusaba recibo de esa falta de ilustración cultural y sí mantenían una actitud muy explícita-e hipócrita- en conductas disolutas. Todos se drogaban, se emborrachaban y fornicaban de lo lindo, pero ninguno de ellos fue capaz de asumirlo ni de reconocer en público este tipo de conductas” (Pág. 165, capítulo Rock Chileno: algo más por decir).
“Una de las cosas más irritantes que uno observa a diario en relación con el rock es la prensa musical, y por extensión, la crítica especializada. Ambas porquerías, están profundamente imbricadas y a veces se transfieren entre sí tanta mierda que la desinformación llega a niveles exorbitantes; es así como crean mentiras y lugares comunes que terminan siendo verdaderos requisitos de credibilidad cultural”
(Pág. 158, Capítulo: Disonancias)
“1982, donde era todo muy mierda con ese rollo “cantautor” epocal, recuerdo también el fervor con que volvíamos a la habitación después de aburrirnos mortalmente con alguna peña protestosa a las que uno iba porque no había otra alternativa, y soñábamos con una resurrección del rock que viniera por fin a coronar tantos esfuerzos de bregar contra la soledad. Porque repito, era todo muy mierda, y uno hubiera corrido a la barra del bar pidiendo a gritos: - ¡rápido: un Black Sabbath con hielo, ¡por favor!”
(Pág. 207 Capítulo: canto Nuevo).
Háganse un favor, búsquelo, compárelo y léalo. En ese orden.